Dormir bien es esencial para vivir bien, también en lo que al sexo se refiere

Según un estudio publicado en The Journal of Sexual Medicine, cuando dormimos una hora más de lo habitual, el deseo erótico aumenta un 14% al despertar, así como la excitación. Si duermes las horas que tocan y encima lo haces bien, tu respuesta sexual tendrá muchas mejoras. En cambio, la falta de sueño puede jugar en tu contra; no solo te afecta a la concentración y el humor, sino también debajo de las sábanas. 

Aparte de ser la actividad favorita de mucha gente, dormir es esencial para la recuperación psíquica, física y emocional, y tiene consecuencias directas, para bien y para mal, en el cuerpo y la mente: el sueño nos proporciona estabilidad. Por ejemplo, cuando sentimos cansancio tenemos menos ganas de mantener relaciones y, además, estamos más irritables. Y así, muchos otros escenarios. A pesar de ser una de las esferas más importantes en nuestra vida, también resulta ser la más castigada: es precisamente lo que recortamos cuando tenemos que dedicarles horas a otras actividades, ya sea trabajo u ocio. 

Las alteraciones van más allá

Además de tener cara de zombi por la mañana, la falta de sueño provoca alteraciones metabólicas que afectan a las hormonas, entre ellas las hormonas sexuales, sobre todo la testosterona.

Aunque haya pocos estudios sobre el tema, cuando las personas con pene duermen poco o mal, sus niveles de testosterona en sangre disminuyen. ¿Resultado? Menor producción de espermatozoides y una respuesta sexual alterada.

Las personas que menstrúan pueden notar descompensaciones en su ciclo menstrual, ya que dormir bien equilibra el nivel de estrógenos y progesterona, dos de las hormonas protagonistas en la regulación de la actividad de los ovarios.

Dificultades de erección

Cuando no estamos teniendo actividad sexual, nuestros genitales reciben poco oxígeno, con lo cual su vitalidad es limitada. Sin embargo, cuando tenemos erecciones en el clítoris y en el pene, los órganos se llenan de sangre arterial con alto contenido de oxígeno, lo que produce una gran actividad fisiológica. Generalmente, nuestra vida sexual es discontinua y pasa por épocas donde no hay mucha actividad sexual, con lo cual los tejidos no funcionan como deberían.

El sueño, concretamente la fase REM (cuando los ojos se mueven superrápido y empezamos a soñar), se encarga de que nuestros genitales funcionen de forma óptima. Durante las fases REM el clítoris y el pene se llenan de sangre arterial y oxígeno y se erectan (de media unas 4-5 veces por noche) para que sus tejidos estén siempre en forma. Pero, cuando nuestro sueño se ve interrumpido o dormimos menos horas de las que deberíamos, podemos tener algún que otro problema de erección. 

Dormir, pero dormir bien

Dormir bien repercute en casi todas nuestras funciones psicobiológicas, es decir, físicas y psicológicas. Unos malos hábitos de sueño nos pueden traer, literalmente, muchos dolores de cabeza. No es casual que las personas que tienen algún trastorno del sueño suelen presentar una disminución importante de la actividad sexual por mil y una razones.


Así que te vamos a dar algunas claves para que tu sueño sea tu principal fuente de placer:

  • Prepara el ambiente

Nada más ni nada menos que crear tu propio rincón zen. Luces tenues u oscuridad, temperatura fresquita, silencio o una música relajante. El ambiente es la primera pista que le daremos a nuestro cerebro para que se empiece a poner en modo stand by. 

  • Cuida tu alimentación

El café, el té, el alcohol o simplemente una cena pesada son responsables de que tu descanso no sea óptimo. Cuida tu alimentación, evita las bebidas que puedan activarte e intenta cenar ligerito y no muy tarde. En definitiva, dale tiempo a tu sistema digestivo para trabajar adecuadamente y ya verás como todo será mucho más fácil.

  • Ni frío ni calor

Lo que quizás no sabías es que la temperatura de nuestra habitación incide directamente en la calidad de nuestro sueño: cuando dormimos, nuestro cuerpo baja de temperatura y se va termorregulando para que podamos descansar mejor. 

Es en las fases REM cuando el cuerpo deja de bajar de temperatura, entonces los grados del ambiente pueden jugar a favor o en contra. Lo ideal es mantener una temperatura de entre 19 y 22 grados, especialmente en verano. 

  • Establece una rutina

En el fondo, todo es cuestión de acostumbrarse: intenta acostarte y despertarte siempre a la misma hora. Crea tus propios rituales de relax: puedes leer un libro, prepararte un baño, meditar, escuchar música, escribir un diario… Cualquier cosa pero, sobre todo, ¡nada de pantallas al menos una hora antes de cerrar los ojos! 

Sin embargo, sabemos que a veces la verdadera dificultad está en despertarse. Así que, ponte un despertador (o 10 si lo necesitas), a poder ser lejos de tu alcance para que tengas que levantarte a apagarlo. Tómate con calma el desayuno y, si te sobra el tiempo, puedes hacer unos estiramientos para empezar el día con energía. Puede que al principio te lleve un tiempo adaptarte a una rutina distinta, pero luego lo vas a agradecer.

  • El placer como mejor arma contra la falta de sueño

Si te cuesta dormir y ya no sabes qué hacer para conseguirlo, calma. Antes de estresarte, tómate unos minutos para darte una buena sesión de placer: la masturbación es una potente fuente de relax que te ayudará a conciliar el sueño. Tras experimentar un orgasmo, nuestro cerebro libera sustancias como la serotonina y la oxitocina, que nos ayudan a rebajar los niveles de cortisol (la hormona del estrés). 

Si compartes cama con otra persona, aprovecha para daros una buena sesión de cariño antes de iros a dormir. Podéis empezar un masaje con un aceite con aroma a frutas exóticas, seguir en una bañera de agua tibia, y lo que surja. 

Si estos trucos no te sirven no dudes en consultar a especialistas para ayudarte a mejorar tu rutina.

Dormir bien es parte de tu bienestar, no lo descuides y tómatelo en serio. Transforma tu cama en tu oasis de placer, desconexión y calma, y déjate abrazar por los brazos de Morfeo.