El sexo en el cine tiene el mismo efecto que el de terror: sabemos que lo que vemos es mentira, pero nos lo creemo...
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El sexo en el cine tiene el mismo efecto que el de terror: sabemos que lo que vemos es mentira, pero nos lo creemos igualmente.
Embassy Pictures
Una de las grandes problemáticas del sexo tiene mucho que ver con el golpe que supone la diferencia de las expectativas versus la realidad. Es decir, hemos visto ya muchas escenas de "sexo" en pantalla antes de tener sexo con alguien por primera vez. Y claro… el resultado, siempre, siempre, es decepcionante. Una de las reacciones más comunes es: el sexo está sobrevalorado, ¿no?
No es que las expectativas sean demasiado altas debido a las películas, sino que la tierra prometida simplemente no existe. De hecho, hay un estudio muy interesante realizado por la plataforma médica Zava que compara el sexo que tiene la gente en la vida real con escenas sexuales de 50 películas, entre las que están Titanic, Cisne Negro, En terreno vedado (Brokeback Mountain) y La vida de Adèle. En general, el estudio concluye que el sexo de las películas se aleja mucho de la realidad en tres aspectos: en la representación de los orgasmos femeninos, la práctica inexistente de los mal llamados preliminares (forman parte del sexo) y el uso de protección (solo el 2% de las escenas analizadas muestran, explícita o implícitamente, el uso de preservativo).
River Road Entertainment
Sin embargo, son muchos más los aspectos que hacen que el sexo en la ficción sea enormemente dañino. Según el psiquiatra Ravi Shah, es una pescadilla que se muerde la cola: “la baja autoestima y la comparación con el sexo que vemos en las películas y la pornografía alimentan la ansiedad sexual, tanto en hombres como en mujeres”.
Si la representación de las relaciones sexuales fuera fiel a la realidad, no tendríamos tantas inseguridades en el sexo. No sentiríamos que tenemos que estar a la altura. Sin embargo, el periodista Stuart Heritage apunta que, si las películas mostraran el sexo tal y como es en la vida real, nadie tendría interés en verlo. Por ejemplo, imagina la escena de Titanic. Rose le pide a Jack que la lleve a las estrellas, pero claro, dentro del coche el espacio es muy pequeño, tienen que encontrar la posición en la que lxs dos estén cómodxs, les dan calambres porque no son suficientemente flexibles... Para colmo, todo está impregnado de sudor. Con este panorama, aunque sea con Leonardo DiCaprio, de repente ese viaje a las estrellas ya no es tan atractivo como antes.
Paramount Pictures
Tener sexo en un coche (encima de un barco) no es tan fácil como lo pintan en Titanic. Aunque pueda ser excitante, es enormemente incómodo. Por culpa de esta romantización del sexo en las películas, podemos tardar mucho tiempo en darnos cuenta de que el sexo no tiene por qué ser perfecto. Tiene que ser real.
El sexo real está lleno de situaciones que, cuando nos ocurren por primera vez, tendemos a pensar que somos nosotrxs quienes tenemos el problema, que somos las únicas personas a las que les pasa esto. A continuación, te contamos algunos momentos incómodos durante el sexo que son de lo más comunes, pero que no salen en las películas (¿a lo mejor resultan incómodos precisamente porque no salen en las películas?).
Cuando tu flexibilidad tiene un límite
No todo el mundo lleva haciendo gimnasia o yoga desde los siete años. Si bien la flexibilidad se puede entrenar, también entran en juego factores como la genética o la edad. No te apures y llega hasta donde te sientas a gusto. Si una postura en concreto te exige demasiado, no te fuerces porque puedes hacerte daño. Ten en cuenta que en el sexo se puede retroceder en cualquier momento.
Cuando te das cuenta de que tienes un pelo púbico en la boca
En el mundo de la pornografía o en el cine mainstreams no se ve ni un pelo, pero en la vida real esto no es así. Por este motivo, es muy posible que cuando le practiques sexo oral a otra persona te encuentres algún que otro pelo púbico en tu boca. No pasa nada, son gajes del oficio.
Cuando tu cabeza está pensando en otras cosas
Es muy común tener pensamientos intrusivos en medio de un encuentro sexual: cosas que nos han pasado durante el día, tareas que tenemos pendientes o hasta pensamientos negativos sobre nuestro propio cuerpo. A todo el mundo le ocurre. Cuando detectes uno de estos, intenta concentrarte en el sexo: establece contacto visual con tu pareja y céntrate en tu cuerpo.
Cuando empiezas a notar el ácido láctico en tus músculos
Lleváis mucho rato con la misma postura e intensidad y tus cuádriceps lo notan de tanto ir arriba y abajo, pero tu pareja está a punto de llegar al orgasmo y te grita que no pares. Tienes dos opciones: o intentas seguir, llorando de dolor, o pides cambio de postura. Por algo se queman tantas calorías durante el sexo.
Cuando se escapa un pedo vaginal
Cualquier persona con vagina ha experimentado alguna vez, durante el sexo, un pedo vaginal. No huelen nada y es natural tenerlos, ya que se producen por el aire acumulado en el interior de la vagina (como consecuencia de la penetración de un pene, un juguete o los dedos). Cuando te pase, no pidas perdón porque es un fenómeno totalmente natural e involuntario. Lo mejor que puedes hacer es reírte.
Cuando la otra persona no quiere usar protección
Esto es una red flag más grande que un campo de fútbol. Lo mejor que se puede hacer en esta situación es ¡bomba de humo! O sea, pirarse.
Cuando te duele la mandíbula de tanto hacer sexo oral
Si eres una persona comprometida y disfrutas tanto recibiendo como dando placer, seguro que te has encontrado en esta situación. Tienes la sensación de que llevas horas allí abajo, pero sabes que la meta está muy cerca. Aunque sea el último esprint puedes parar cuando quieras.
Cuando os chocáis sin querer o te pegas una buena hostia
A veces el sexo puede ser un deporte de riesgo. Si nadie ha salido gravemente heridx, que siga el partido.
Cuando pierdes el interés en hacerlo justo cuando lo estáis haciendo
Pensabas que te apetecía y que conseguirías ponerte a tono, pero no hay manera. Si las ganas de sexo se han desvanecido, es recomendable hablarlo y dejarlo para otro rato. No pasa nada, estas cosas pasan. ¿Netflix?
Cuando te cuesta llegar al orgasmo
Estás a punto de llegar al clímax todo el tiempo, pero nunca llega. Y empiezas a obsesionarte con llegar. Esto es lo más anticlímax que te puede pasar. Vuelve a la casilla de salida y disfruta del viaje.
Queremos sexo basado en hechos reales
No es que tratemos de ridiculizar el sexo en las películas, sino que buscamos un retrato realista. Por suerte, cada vez están apareciendo más series de televisión y películas que no tienen miedo de mostrar el sexo tal y como es. Por ejemplo, tanto Sexo en Nueva York (HBO) a finales de los noventa como Girls (HBO) durante la década del 2010 son dos series de televisión que ayudaron mucho a normalizar el sexo y a retratar la sexualidad de manera realista.
Más recientemente, Netflix ha producido otros proyectos que destacan por su sexpositivismo y que han tenido un gran éxito de audiencia. Así que, señor periodista Stuart Herige, parece que la gente sí tiene interés en ver sexo realista. Un ejemplo de ello es Sex Education, que se ganó rápidamente el estrellato dando todos los mensajes correctos y necesarios, tratando temas como la masturbación femenina, las lavativas, la normalización del aborto, el vaginismo, las parafilias, el consentimiento o el vagina shaming (ni chocho ni chichi: vagina). Se trata de una serie ideal para educar sexualmente a lxs más jóvenes (y no tan jóvenes).
HBO
Sexo en Nueva York y Girls abrieron el camino, y poco a poco se va ampliando la lista de películas y series que nos representan y con las que podemos sentirnos identificadxs sexualmente. Algunas no tienen pérdida, como por ejemplo Big Mouth, una serie de animación para jóvenes y adultxs sobre el descubrimiento de la sexualidad en la adolescencia con mucho humor. O la serie Normal People (Hulu), que es una historia de amor que vale la pena solo por ver la escena en la que lxs protagonistas lo hacen por primera vez y se lo que nunca se ve: como Connell se pone el condón. La premiada Fleabag (Prime Video) nos regala una escena donde la protagonista se masturba al lado de su novio viendo un vídeo de Barack Obama. También cabe mencionar Shameless, Special, Easy, Euphoria, Orange Is The New Black, Master Of None, Queridos blancos… La lista es bastante larga y no para de crecer. Será que algo estamos haciendo bien.
¡Ni te imaginas cuántas formas hay de tener relaciones sexuales... y de amar!
Al contrario de lo que puedas creer, ...
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¡Ni te imaginas cuántas formas hay de tener relaciones sexuales... y de amar!
Al contrario de lo que puedas creer, el único modelo relacional válido no es la monogamia. La forma en la que concebimos los vínculos sexuales, emocionales y afectivos están en continua evolución y, por suerte, hoy en día podemos buscar el que mejor se adapte a nuestras necesidades, deseos y circunstancias.
Y con esto no queremos decir que la monogamia sea buena o mala, sino que tiene que ser una elección y no una imposición.
Para que sea una elección es fundamental preguntarse cómo entendemos el amor y las relaciones, además de comprender lo que es la monogamia y cuáles son sus alternativas... ¡Atentx!
Tipos de relaciones sexoafectivas
la monogamia es el modelo de relación amorosa basado en la exclusividad sexual, afectiva y romántica entre dos personas.
Si una de las dos personas rompe el pacto de exclusividad sexual, se considera que ha sido infiel. Hay tantas interpretaciones de la infidelidad como personas: algunas consideran que la infidelidad está en tener sexo con otra persona, otras en besarse, otras tan solo en tontear…
Depende del acuerdo que se haya pactado en la relación.
Este modelo de relación se caracteriza por romper con alguna de las exclusividades que caracterizan a una relación monógama, ya sea la afectiva, la sexual o la romántica. Esto dependerá de los términos que establezcan cada unx de lxs integrantes de la pareja.
Este tipo de relaciones tienen que ir muy vinculadas a la comunicación, ya que será necesario establecer un pacto relacional: ¿Qué espero de tener una relación abierta? ¿Solo quieres sexo con otras personas o estás abiertx a tener un vínculo afectivo? ¿Y tu pareja? ¿Queréis saberlo todo? ¿Qué os tenéis que contar? ¿Qué límites tenemos? Si quieres saber más sobre cómo abrir una relación, échale un vistazo a este artículo.
De hecho, muchas parejas con relaciones abiertas prefieren no contarse lo que hacen con otras personas... Siempre que el acuerdo sea mutuo, esta opción es tan válida como cualquier otra.
En las relaciones poliamorosas no hay exclusividad sexual, afectiva ni romántica. Es decir, tanto tú como tu pareja podéis mantener relaciones sexuales y afectivas con otras personas ajenas a vuestra relación. Desde un punto de vista estructural, existen dos tipos de relación poliamorosa:
Poliamor jerárquico: en este modelo de relación hay una relación principal y el resto de relaciones son secundarias. Normalmente, la relación primaria se caracteriza por un proyecto de vida en común.
Poliamor no jerárquico: en este modelo relacional no hay relaciones prioritarias, sino que todas están en un mismo nivel. Todas las parejas gozan de los mismos privilegios y prioridades.
Es un modelo relacional que se practica dentro de un grupo de personas. Se puede dar entre tres, cuatro o una red de hasta veinte personas o las que quieran. La característica principal es que hay un acuerdo de exclusividad sexual, afectiva o ambas entre ellas.
Es decir, quienes forman parte del grupo se comprometen a no mantener relaciones sexuales y/o afectivas con personas que estén fuera del grupo.
La anarquía relacional es más bien una filosofía de vida que pretende cuestionar la organización social, desmontando la idea de las jerarquías y de los privilegios afectivos. Se caracteriza por establecer relaciones en las que no hay exclusividad sexual ni afectiva.
La anarquía relacional tiene una peculiaridad: todas las relaciones que tienes en tu vida, sean románticas o no, están al mismo nivel. Es decir, tus amistades, tus familiares, las personas con las que te acuestas son igual de importantes y prioritarixs.
No hay ninguna relación por encima de las otras. Por este mismo motivo, desaparecen las etiquetas. Dejamos de hablar de parejas, novixs, follamigxs… para hablar de una red de amor.
Las parejas de swingers se caracterizan por llevar a cabo lo que se conoce como intercambios de parejas. Esta práctica consiste en quedar con otrxs swingers para mantener relaciones sexuales con otras parejas, pero solo en estos contextos concretos.
Pues ya ves, la monogamia no es la única opción... Todos los modelos relacionales son igual de válidos, siempre que os permitan estar a gusto. Plantéate qué tipo de relación va contigo en cada momento.
Te proponemos claves para un "Sí, quiero" basado en la autoestima, la libertad y la comunicación
Desde pequeñxs nos...
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Te proponemos claves para un "Sí, quiero" basado en la autoestima, la libertad y la comunicación
Desde pequeñxs nos han contado historias de amor que no tienen nada que ver con la realidad en la que vivimos y nos han hecho creer en una visión del amor con una única vía posible: el amor romántico.
Historia del amor romántico
El amor romántico, una idealización y construcción social creada a mitades del siglo XVIII en Europa por la élite de la poesía, el arte y la filosofía (el movimiento cultural del romanticismo), y explotada por la industria de cine. Un concepto que ha llegado hasta nuestros días y nos ha inculcado muchas falsedades y mentiras: que si somos medias naranjas, que si somos princesas o príncipes azules, que si lxs que se pelean se desean, que si el amor verdadero acabará con nuestra soledad, que si tenemos que perder nuestras libertades en favor de un proyecto único que dure para siempre, que si el amor todo lo cura, que si nuestra pareja tiene que ser nuestra alma gemela, nuestrx guía espiritual, nuestro todo. Pues vaya presión ¿no?
¿Por qué no reinventamos un nuevo concepto de amor más acorde a nuestros tiempos?
Un amor confluente, consciente y compañero, un amor donde cada persona pueda decidir a quién quiere y cómo lx quiere.
Donde lo importante no es el “para siempre jamás”, sino el respeto, el buen trato, la honestidad, la generosidad, el cariño, o simplemente pequeños gestos cotidianos. En el que encontramos un espacio para el egoísmo de poder ser quien queramos ser junto a la persona que escojamos querer.
Queremos relaciones sanas, que nos permitan ser libres y disfrutar de las ganas de estar juntxs en el aquí y el ahora.
Rompamos con los mitos asociados al amor romántico y redefinamos el “Sí, quiero” con 4 conceptos básicos para construir relaciones más sanas:
Cuando hablamos de relaciones sanas, nos referimos a relaciones simétricas, donde las dos personas (o más, en el caso de las relaciones no monógamas) están al mismo nivel, y el amor hacia la otra se distribuye por igual.
Aunque suene a tópico, es muy importante estar bien con unx mismx y quererse para no depender del amor del resto. Muchas veces tus propias inseguridades, y por tanto la falta de autoestima, te pueden jugar una mala pasada en la relación.
La relación que tienes contigo mismx es la única que realmente va a durar para siempre.
El quererse no pasa por lo que te quiera la otra persona. De ser así, se genera una relación de dependencia y de necesidad de la pareja.
Para construir una relación saludable es importante que esté construida a partir de tus deseos y los de tus parejas. De lo contrario, podría darse una relación en desequilibrio y que haya una persona que decida por el resto. Amar debería ser un viaje compartido, que no suponga perder nuestra personalidad, nuestros sueños ni la libertad de ser como somos. Hay que tener una cosa clara: nadie pertenece a nadie.
Una de las causas de nuestras inseguridades es el tipo de relaciones que mantenemos, que se pueden manifestar con pensamientos tipo: “No sé dónde va ni en qué punto está la relación”, “No estamos en el mismo punto y hay un desequilibrio”, “Es un tipo de relación que no me hace sentir cómodx”. Hoy en día intentamos rehuir el hecho de poner etiquetas en nuestras relaciones, y eso está genial si ambxs estáis de acuerdo. Ahora bien, es importante hablar de lo que se tiene y tener claro que entendéis la relación, sea del tipo que sea, por igual y que os sentís a gusto con ella.
Tu pareja no tiene una bola mágica de cristal para leer tus pensamientos. No sabrá lo que tú deseas y quieres de la relación si tú no se lo dices.
Una relación de tú a tú se construye comunicando tus deseos, prioridades y manías, y que la otra persona haga lo mismo. Esa es la base para no entrar en conflictos de “expectativas vs. realidad”. ¿Qué quiero yo?, ¿qué quieres tú?, ¿podemos encontrar un punto en el que lxs dos estemos a gusto? De no ser así, ¿cómo lo gestionamos?
Pero la comunicación va más allá, no se trata solo de utilizarla para dejar claro en qué punto nos encontramos y qué tipo de relación queremos. También es necesaria en el día a día, y es muy importante la manera de expresarnos y cómo hablamos a nuestra pareja, aprender a defender nuestros derechos y respetar los del resto. La sinceridad es muy importante, pero cuidado con el sincericidio: decir todo lo que piensas sin ningún filtro puede ser muy hiriente. La mejor manera de expresar lo que sientes es a través de la empatía y utilizando una comunicación asertiva: expresar de forma clara y eficaz lo que pensamos y sentimos sin ofender a la otra persona.
El lenguaje es poderoso y tiene muchísima más importancia de la que creemos.
¿Por qué no pruebas a poner en práctica estos cambios con estos ejemplos?
Frase disruptiva¿Por qué no me has dicho que no vendrías directamente a casa?
Frase asertivaCuando no me dices dónde vas, me siento abandonadx. Me gustaría que me enviaras un mensaje para quedarme tranquilx.
Frase disruptivaSi siento celos es porque te quiero.
Frase asertivaMe siento insegurx cuando creo que puedo perderte, ayúdame a trabajarlo.
Frase disruptivaTe necesito para vivir.
Frase asertivaPrefiero vivir contigo porque me haces feliz.
Frase disruptivaLo eres todo para mí.
Frase asertivaEres muy importante en mi vida.
Frase disruptivaSin ti no soy nada.
Frase asertivaContigo soy mejor, quiero conservar nuestra relación mucho tiempo.
Frase disruptiva¿Por qué me mientes?
Frase asertivaSiento que hay algo que no me cuentas, estoy dispuestx a escucharte. La sinceridad es muy importante para mí.
Los celos están profundamente ligados a sentimientos de posesión, control, inseguridad y desconfianza.
Sorprende que conceptos como el de respeto, igualdad, libertad, apoyo y ayuda mutua no aparezcan en el primer lugar de las prioridades de una relación de pareja. Sentir celos no es una demostración de que realmente te importa o le importas a otra persona. El amor se puede demostrar y sentir de muchísimas maneras, pero ninguna de ellas debería ser con posesión.
La confianza durante una relación es uno de los pilares fundamentales. Una mala gestión de los celos puede tener derivar en una relación tóxica o dificultades en la pareja, y sentirlos se traduce en desconfianza, ya sea en la pareja o en unx mismx. Ante cualquier duda o sentimiento contradictorio, la conversación es la primera herramienta a la que debemos acudir.
Amémonos mucho, pero amémonos bien desde la confianza, la comunicación y la libertad.
Tu vagina se llena de aire cuando recibe penetración, y este aire es expulsado en algún momento sin previo aviso. E...
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Tu vagina se llena de aire cuando recibe penetración, y este aire es expulsado en algún momento sin previo aviso. Es totalmente natural.
Queefing, este es el verbo que se ha inventado la gente angloparlante para denominar de forma elegante el hecho de tirarse pedos vaginales. Un queef es un pedo vaginal, y queefing es tirarse pedos vaginales. Poner nombre a las cosas las hace reales, las normaliza. ¿Por qué no hay ninguna propuesta en español para poner nombre al fenómeno de tirarse pedos vaginales? Para salir del paso, voy a españolizar el anglicismo, como tantas otras veces hemos hecho. A partir de ahora, hablaremos de “cuifs”.
Si tienes vagina, seguro que has experimentado alguna vez, durante el sexo o incluso haciendo abdominales en el gimnasio, un pedo vaginal. La primera vez seguro que pensaste: “¿Me acabo de tirar un pedo que me ha salido por la vagina?” “¿Es esto posible?”
Esto pasa porque no tenías ni idea de lo que era un pedo vaginal. Tranqui, yo tampoco lo sabía. ¿Acaso lo hemos visto alguna vez en alguna escena de sexo en el cine? No, estos pedos no se representan, pero existen.
¿Qué son los cuifs o pedos vaginales?
Los pedos vaginales normalmente se producen por el aire acumulado de forma reciente en el interior de la vagina. Es aire que se empuja y luego se libera. Nada tienen que ver con los pedos que vienen después de ese plato de alubias, que son fruto de las bacterias del intestino que generan gases con altas proporciones de metano. Por suerte, los pedos vaginales no huelen, así que, relax.
¿Cómo se producen exactamente?
Para entender cómo se produce el cuif, es fundamental recordar que las paredes de la vagina, cuando esta recibe penetración, tienden a adaptarse a la forma de lo que la penetra. Esto genera un efecto hermético entre las paredes de la vagina y el sujeto que entra (ya sea un pene, un juguetito sexual, dedos o lo que tú quieras que sea), por lo que es muy difícil que entre el aire.
Ahora bien, si las paredes de la vagina están debilitadas se pierde este efecto hermético y esto es lo que provoca la entrada de aire. Si la penetración se da en una postura sexual que facilita la entrada de aire, como la del perrito, o se cambia mucho de postura, habrá más posibilidades de pedos vaginales (básicamente porque todo este aire que ha entrado tiene que salir en algún momento).
¿Se pueden evitar?
Aunque los pedos vaginales son algo muy natural, tenerlos de forma frecuente no lo es. Si se dan de forma recurrente, podría ser porque el suelo pélvico está debilitado. En este caso, lo mejor que se puede hacer es visitar a especialistas de fisioterapia del suelo pélvico. Si te lo recomiendan, puedes hacer algunos ejercicios para mantener tu vagina en forma, como hacer abdominales hipopresivos, los famosos ejercicios de Kegel o utilizar bolas chinas (te recomiendo las bolas Ada Trío). Eso sí, es muy importante no usar las bolas chinas ni las pesas sin la supervisión de profesionales, especialmente durante el embarazo y el puerperio (tiempo de recuperación del postparto), tampoco durante la menstruación o si tienes una infección vaginal.
¿Por qué se debilita el suelo pélvico?
Una de cada tres vaginas padece debilitamiento del suelo pélvico. Los músculos de esta zona pueden debilitarse a causa de malas posturas, estreñimiento, cambios fisiológicos que comportan el embarazo y el parto, deportes de impacto e incluso cantar o tocar algún instrumento de viento. Recuerda: los ejercicios de Kegel o las bolas chinas no son solo para gente mayor o para después del parto. Cuanto antes empieces a ejercitar tu suelo pélvico, mejor, es todo beneficios para tu vida sexual.
Los beneficios de tonificar el suelo pélvico
Son muchas las mejoras que se notan después de seis a ocho semanas haciendo hipopresivos, ejercicios de Kegel o usando bolas chinas. En primer lugar, un suelo pélvico tonificado mejora la lubricación natural de la vagina (relaciones menos dolorosas y más placenteras) y previene los problemas de incontinencia urinaria. Además, también facilita el parto y la rehabilitación de la musculatura tras una cirugía pélvica. Y, por último, pero no menos importante, tonificar el suelo pélvico mejora la intensidad de los orgasmos porque los músculos, al estar tonificados, generarán contracciones más placenteras y, por lo tanto, mejores orgasmos.
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Recuerda: no tienes que pedir perdón por un pedo vaginal ni fingir que no ha pasado, porque… ¡es totalmente natural e involuntario! Además, técnicamente ni siquiera son pedos. Forman parte de nuestro cuerpo, y siempre puedes contar con el mejor aliado en estas situaciones: el humor. Ríete, bromea, y tu pareja sexual lo va a hacer contigo mientras seguís disfrutando.
Nada es igual para todo el mundo y nadie debería pensar que la perfección existe
La gimnasia acrobática es un de...
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Nada es igual para todo el mundo y nadie debería pensar que la perfección existe
La gimnasia acrobática es un deporte en el que llevas tu cuerpo al límite y las lesiones forman parte del día a día de lxs deportistas. El 26 de febrero de 2015, tras una caída durante un entrenamiento, me lesioné gravemente rompiéndome la tibia y el peroné. A raíz de una negligencia médica, me tuvieron que amputar la pierna. Yo tenía 16 años.
Esa es una edad difícil para todo el mundo, convives con muchas inseguridades. A mí, por ejemplo, me generaba inseguridad tener el cuerpo tan tonificado debido al deporte, pero esa inseguridad me la generaron los chicos de mi edad cuando me decían macholo. A todas esas inseguridades normales en una chica adolescente, tuve que añadirle el hecho de aceptar mi nuevo cuerpo con una pierna amputada. El proceso no fue fácil, pero me ha ayudado a conocerme y a conocer mis límites. Espero que todo el trabajo que estoy haciendo sirva para que haya un cambio real en la sociedad.
Así es como me adapté a mi nuevo cuerpo
El día que me amputaron mi pierna derecha, lo más difícil de asimilar fue tener que dejar la gimnasia por un lado y, en segundo lugar, tener que aceptar mi nuevo cuerpo. Me acuerdo de que una de las primeras cosas que pensé fue que no iba a tener novio nunca. A ver, tenía 16 años, qué quieres.
Como no podía hacer gimnasia y no quería coger peso, dejé de comer. Sin embargo, esto no me estaba ayudando a mi recuperación porque no tenía fuerzas. Cambié de chip cuando me dijeron: “Si no comes, no vas a poder ponerte la prótesis, y la prótesis es lo que te va a dar libertad”. Ese fue un día muy importante.
Una vez aceptado el hecho de que no iba a recuperar mi pierna, quise saber cómo iba a ser mi vida con la prótesis. Me costó encontrar información. Lo único que encontré fue gente inglesa o americana que contaba cómo era su vida con una discapacidad en YouTube. Todo esto cambió el día que conocí a Irene Villa. A ella le pude hacer todas esas preguntas que se te pasan por la cabeza, que igual son muy tontas, pero que no se las vas a preguntar a tu madre porque no va a saber qué decir. El hecho de ver que ella tenía una vida completa me ayudó a pensar que yo también la podía tener. Eso me tranquilizó, me hizo sentir más arropada y segura. Ahora intento hacer lo mismo con otra gente.
La anécdota de la discoteca que cambió mi vida
Cuando empecé a volver a salir de fiesta, yo siempre iba con pantalones largos, porque si llevo pantalones largos no se me nota nada la prótesis. Fuimos a una discoteca con mis amigas. Me lo estaba pasando genial, y un chico se me acercó. Y empezamos a bailar. Entonces me tocó la pierna y notó que estaba dura. Llegó el momento incómodo y me lo preguntó: “¿Por qué tienes la pierna así tan dura?” Entonces tuve que explicarle todo, que tuve una lesión y que me tuvieron que amputar la pierna y que por eso llevo una prótesis… En ese momento pensé: "Si enseñara la prótesis, me ahorraría muchas explicaciones". Cuando estás en una discoteca no te apetece empezar a contarle a la gente que tuviste una lesión deportiva. Lo que te apetece es bailar y punto. Además, si enseñaba la prótesis, tenía la seguridad de que la gente que se me acercaba se acercaba sabiendo que tengo una discapacidad, y que eso no es nada malo. Así que la prótesis tiene una cosa buena: me ahorra tener que tratar con gente estúpida.
Ese fue un momento en el que hice clic y decidí que quería una prótesis que se viera bonita y acorde a mi personalidad. Yo me considero muy alegre, y una prótesis con purpurina era perfecta para mí. Así que le pedí a mi ortopeda que me la hiciera así y a partir de ese día bailo sin dar explicaciones a nadie.
Mi primera foto en Instagram con prótesis
Es difícil de identificar lo que me ayudó a ganar más autoestima. El deporte, por ejemplo, me ayudó a empezar a mostrar la prótesis en público, ya que esto me costaba mucho. No subía ninguna foto en Instagram ni en mis redes sociales con la prótesis, pero un día esto cambió. Fue el día que fui a entrenar y conocí a otrxs compañerxs con discapacidad. Nos sacamos unas fotos, y ellxs las colgaron en sus redes sociales. Yo me sentí con la obligación de colgarla porque pensé: “A ver si van a pensar que no la quiero colgar porque no quiero que la gente me vea con otras personas con discapacidad”. Obviamente no tenía nada que ver con eso, sino con el hecho de que yo aún no me sentía segura y preparada para subir una foto que se me viera la prótesis. Al final la colgué, y fue un paso grande porque abrirte en las redes sociales es abrirte al mundo. Ahora todos las fotos que tengo en Instagram se me ve la prótesis y no pasa nada porque ya no lo escondo para nada.
La sexualidad y la discapacidad
Mi primera relación sexual fue después del accidente. No tenía ni idea de qué se hacía con la prótesis. ¿Tenía que tener relaciones sexuales con ella o sin ella? Empecé a salir con un chico, y cuando me sentí cómoda, lo hicimos. Y lo hicimos siempre con la prótesis, porque en ese momento no me atrevía a quitármela delante de la gente. El muñón, para mí, era muy íntimo. Incluso más íntimo que otras partes del cuerpo.
La relación con este chico se acabó, y cuando llegó la segunda experiencia sí que ya decidí hacerlo sin la prótesis. Ya me sentí cómoda. Estaba en otro punto de mi aceptación. A partir de ahí decidí que una persona con la que tenía confianza e iba a compartir mi sexualidad tenía que conocer todo de mí. No tenía sentido esconderle el muñón. No era lógico.
También me ayudó mucho hablarlo con mis amigas que tienen alguna discapacidad, a quienes conocí gracias al deporte. Aprendí que, aunque es verdad que al principio me hubiera gustado tener a alguien de confianza para poder preguntarle sobre sexualidad es algo que también tienes que ir descubriéndolo tú. Porque nunca nada es igual para todo el mundo. Entre mis amigas, hay chicas que se sienten más cómodas haciéndolo con la prótesis y otras sin. No hay una regla, lo importante es que cada una lo haga de la forma en la que más cómoda se sienta.
He empezado una revolución: hablemos de la discapacidad
Cuando creé mi canal de YouTube, ¿por qué fue? Pues porque yo, cuando estaba en el hospital y me acababan de amputar la pierna, quería empezar a ver cómo iba a ser mi vida con la prótesis y no encontraba vídeos. En España hay miles y miles de youtubers, ¿cuántos youtubers hay con discapacidad? Así fue cómo decidí hacerlo yo misma. En mis redes sociales intento mostrar como es mi vida con total naturalidad.
Tener una discapacidad no es nada malo. Me enfadan mucho los típicos comentarios de “Ay, pobrecita”. Son comentarios que, al final, son discriminatorios porque la gente se está sintiendo superior a mí por el simple hecho de no tener que llevar prótesis. ¿Pobrecita de qué? Si yo estoy fenomenal. Ahora me estoy acordando de una amiga mía, que también utiliza prótesis y que cuando volvió a salir de fiesta después de que le amputaran la pierna, una persona le hizo un comentario que le impactó bastante y fue: “Con lo que eras... y mírate ahora”. Y bueno, se quedó flipando porque ella sigue siendo la misma. Estos comentarios son muy feos.
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Todavía faltan muchas personas que den a conocer la discapacidad desde su experiencia personal. También falta mucho por hacer en el campo de sexualidad y discapacidad que, aunque tiene que ser con respeto y sin morbo, es un tema que debería hablarse más. Y lo más importante de todo: nadie debería pensar que la perfección existe. El hecho de ser diferentes es bonito. Necesitamos más referentes. Por ejemplo, ya está pasando en la moda; es importante que haya modelos de tallas grandes, pero de tallas grandes de verdad, y es importante que haya modelos con discapacidad. La sociedad es diversa y tiene que potenciarse. No descarto que algún día me meta en política.
Contado por Desirée VilaEscrito por Mariona Rodríguez
¿Por qué nos cuesta tanto entender que a las personas con discapacidad les gusta el sexo?
Si cogemos todos los ta...
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¿Por qué nos cuesta tanto entender que a las personas con discapacidad les gusta el sexo?
Si cogemos todos los tabúes sobre el sexo y todos los tabúes sobre la discapacidad y los juntamos para hablar de sexualidad y discapacidad, el resultado es un ultratabú que puede hacer explotar la cabeza a mucha gente. Y es que los mitos, estigmas y eufemismos se crean para no tener que hablar de ciertas cosas. En este caso, hablaremos de los principales mitos que giran en torno a las personas con diversidad funcional y el sexo.
Muchos tabúes y mitos sobre el sexo están siendo derribados, cada vez nos cuesta menos hablar de sexo por el cambio social que estamos viviendo. Sin embargo, parece que no conseguimos normalizar que las personas discapacitadas tienen sexo. Esto puede volverse en nuestra contra, ya que todxs corremos el riesgo de ser personas discapacitadas en cualquier momento; ya sea por un accidente, una enfermedad o por envejecimiento. Nuestra incapacidad para hacer según qué cosa puede llegar en cualquier momento, y cuando esto ocurra, ¿cómo te sentará que te infantilicen o te discriminen?
Pues mal. La negación de la identidad y dimensión sexual es un problema que afecta al 15% de la población mundial. En el mundo, mil millones de personas viven con algún tipo de discapacidad. En esta línea, hay que tener en cuenta que hay muchos tipos de discapacidad: física, motora, intelectual, psicosocial, sensorial, múltiple y visceral; algunas son desde nacimiento, otras son adquiridas. Además, la discapacidad puede darse en muchos grados diferentes, afectando en mayor o menor medida a la autonomía de la persona.
En definitiva, las personas con discapacidad tienen el derecho y las ganas de disfrutar de su sexualidad sin tapujos. Por este motivo, vamos a desmontar los grandes mitos respecto a la sexualidad y la discapacidad.
1. Son asexuales: no les interesa el sexo ni tienen deseo sexual
Nada más lejos de la realidad. Todxs somos seres sexuales porque la sexualidad es una dimensión más de la vida de cualquier persona. A menudo, por intentar proteger a las personas con discapacidad, se les ha infantilizado con el tema de la sexualidad. Como si eso del sexo no fuera con ellas. La realidad es que sí que tienen interés por el sexo y sí que quieren tener sexo, pero muchas veces no disponen de la información ni los recursos necesarios para llevarlo a cabo. Hay que tener en cuenta que el deseo sexual es algo involuntario, está en el cerebro y es clave para disfrutar del erotismo y la sexualidad.
2. No pueden tener sexo
El sexo va mucho más allá de la penetración. La sexualidad es un espectro muy amplio, y el sexo abarca tantas prácticas como te puedas imaginar. Incluso si una persona tiene una discapacidad física que le afecta a su respuesta sexual (como, por ejemplo, la erección o la eyaculación), esto no significa que no pueda tener sexo.
3. No pueden tener orgasmos
¿Sabías que para tener un orgasmo no hace falta la estimulación de los órganos genitales? Sí, has leído bien, se puede tener un orgasmo mental y se llama paraorgasmo. Tener una discapacidad no quiere decir que haya que renunciar al placer. El cerebro y la piel son los órganos sexuales más importantes. Se trata de ampliar las zonas erógenas y experimentar.
4. No son deseables
Vivimos en una sociedad hipersexualizada, y la mayoría de personas no nos encontramos dentro de los estándares de belleza. Si pensamos que una persona por el simple hecho de tener una discapacidad no puede tener pareja, es porque implícitamente asumimos que no es deseable. La atracción física es totalmente subjetiva, ¿o acaso te gusta todo el mundo?
Cada vez nacen más proyectos y movimientos para acabar con el estereotipo de que las personas discapacitadas no pueden ser sexys, como esta nueva generación de modelos que han decidido transformar la industria desde dentro.
5. No pueden tener hijxs
Otro mito muy común es pensar que las personas con discapacidad no deberían tener hijxs si su discapacidad se transmite genéticamente. ¿Qué hay de malo en tener una discapacidad? Muchísima gente que vive con una discapacidad es feliz y están muy orgullosxs de ser como son.
Además, el número de discapacidades que afectan a la fertilidad o al sistema reproductor es muy pequeño. Hay que tener en cuenta que, aun si se tiene incapacidad para tener hijxs, siempre están las opciones de adopción o acogida.
6. Tienen que pagar por tener sexo
Son muchas las personas que no pueden acceder a su propia estimulación. No obstante, cuentan con alternativas para hacerlo posible, como los juguetes sexuales adaptados o la asistencia sexual. Lxs asistentes sexuales son personas que ayudan a aquellas con diversidad funcional a poder disfrutar de su sexualidad. ¿Cómo? Dándoles la oportunidad de acceder a su cuerpo con otras manos. No tiene nada que ver con la prostitución. Al contrario, lxs asistentes sexuales actúan más como terapeutas, acompañando a la persona usuaria en el propio proceso de conocimiento de su sexualidad.
7. Son una carga para sus parejas
El hecho de tener una discapacidad no tiene por qué ser sinónimo de depender de una tercera persona para realizar las actividades de la vida diaria. Y en ningún caso significa que la discapacidad provoque que la relación de pareja sea menos satisfactoria o que tengan menos que aportar.
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Para terminar, si te has quedado con ganas de saber más sobre este tema, te recomendamos el documental Yes, we fuck!, que aborda la sexualidad de las personas con diversidad funcional de una manera exquisita. Además, son muchas las personas con discapacidad que están alzando la voz y derribando estigmas. Un ejemplo de ello son Shane y Hannah, una joven pareja que no tiene miedo de mostrar su vida, su relación y su intimidad con mucho sentido del humor. Pásate por su canal de YouTube, ¡te advertimos que te van a enamorar!
Drop here!
Tendremos mejor sexo cuando normalicemos el uso de protección tal y como hicimos con el cinturón de seguridad d...
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Tendremos mejor sexo cuando normalicemos el uso de protección tal y como hicimos con el cinturón de seguridad del coche
Según la OMS, cada día se registran cerca de un millón de nuevos casos de enfermedades de transmisión sexual en el mundo. Esto quiere decir que cada año aparecen en el mundo 376 millones de nuevos casos de clamidia, gonorrea, tricomoniasis y sífilis. La tasa de infección de las ETS ha ido en aumento desde 2012. ¿Por qué?
Pues porque el uso del preservativo para pene, el preservativo interno y la barrera de látex no están normalizados. Eso tiene mucho que ver con la educación sexual que estamos recibiendo. En España en concreto, la educación sexual que se hace en los colegios es prácticamente anecdótica y muchas veces ni siquiera figura en el currículum escolar. ¿Acaso la charla de cómo poner el preservativo es suficiente?
A estas alturas de la película, sin embargo, la gran mayoría de los jóvenes sí son conscientes de los riesgos de tener sexo sin protección: embarazo y ETS. Aun sabiéndolo, un 18% de los jóvenes europeos tienen relaciones sexuales no seguras (la mayoría, mujeres). En Estados Unidos el dato es peor: un 29%. Llegados a este punto, solo nos podemos preguntar: ¿Qué es lo que está fallando?
El amor se nos sube a la cabeza
Aunque la teoría la sabemos, en la práctica la realidad es otra. Según un estudio de The Journal of Sex Research, los hombres son más reacios a usar protección que las mujeres, aunque esto depende del compromiso que haya en la relación. Si se trata de un rollo de una noche se tiende a usar más protección que si se está en una relación. Cuanto más apegados nos sentimos a la relación más permisivos nos volvemos con tener sexo sin protección.
Tener que negociar corta el rollo
¿Cuántas veces hemos escuchado que ponerse el condón corta el rollo? ¿Cuántas veces no nos atrevemos a preguntar por las pruebas de las ITS para no ofender a nadie? ¿Qué método de protección quieres usar? Es bien común escuchar que todas estas situaciones son una cortada de rollo, que te quitan las ganas y “da bajona”. Bien mirado, ¿qué hay del otro punto de vista? Lo que te quita las ganas es sentir que querer usar protección y proponerlo se convierta en una negociación. A muchas personas les preocupa que discutir o insistir en tener sexo seguro haga que su pareja desconfíe o se ofenda, o que piense eso de “¿acaso tengo pinta de tener una enfermedad?”. El aspecto de alguien, por muy impoluto que sea, no tiene nada que ver con protegerse o no. A otras personas les preocupa que si insisten en usar protección el encuentro se vuelva incómodo o menos romántico. También lxs hay quienes rechazan los condones porque no han encontrado el adecuado y no lo saben. En este caso, algunas marcas de preservativos como MySize ofrecen distintas tallas y una guía para encontrar la tuya muy fácilmente. Por último, tener sexo sin condón puede ser interpretado como una señal de confianza.
La importancia de saber tu talla
Así pues, si te proponen usar protección, no pongas trabas. Si, por el contrario, no te lo proponen, comienza tú esta conversación. Este es un gran paso para demostrar ser una persona atractiva y segura de sí misma.
La estrategia definitiva
Hay varias estrategias que puedes seguir para tener sexo seguro y llevarlo un paso más cerca a la normalización. La más utilizada es la de “sin protección no hay sexo”. Está bien manifestar que queremos tener sexo seguro sin tapujos, pero esto puede llevar a una situación incómoda. Para que el uso del condón sea fluido y natural, te proponemos este consejo. En primer lugar, construye un clima de confianza: el sexo no tiene que ser perfecto y no hay ningunas expectativas que cumplir. En segundo lugar, no olvides que el sentido del humor va a ser tu mejor aliado para mantener la excitación a flote.
En definitiva, cuanto más te pongas el preservativo o la barrera de látex o más se lo ponga tu pareja, cuanto más nos enfrentamos a la situación siguiendo esta estrategia, más nos vamos a acostumbrar a ello y llegará un momento en que lo haremos rápido, cómodo y fluido. Es así como se llega a la normalización.
5 trucos para aumentar el placer usando preservativo
Ten el preservativo a mano: es importante tener los preservativos siempre cerca de la acción, guardarlos al lado de la cama y llevar siempre uno encima. Así no pierdes tiempo y esto marca la diferencia.
Acompaña el momento preservativo con más excitación: para que no se apague la llama, es mucho mejor que durante el proceso de poner el condón utilices las manos o la boca para masajear sus testículos mientras se lo pone o ponerlo tú con la boca.
Usa preservativos que aumenten los niveles de placer: hay muchas variedades de condones en el mercado, como los que tienen estrías y relieves tanto por dentro como por fuera. También hay modelos extrafinos que hacen que no se note el preservativo.
Aumenta la lubricación: aunque los preservativos ya vienen lubricados, no está de más poner lubricante a base de agua tanto en el interior como en el exterior para incrementar el placer de los dos.
Prueba las cremas estimulantes: aplica un par de gotas de una crema estimulante en el glande antes de poner el preservativo. Luego ponte un poco de la misma crema a ti. También podéis probar cremas de efecto frío y efecto calor, para beneficiaros de las sensaciones de placer.
El sex appeal está en la actitud responsable
Hace tiempo ponerse el cinturón en el coche no estaba bien visto y habían muchas muertes por accidentes de tráfico. Llegó un momento en el que se normalizó y ahora todo el mundo se pone el cinturón, porque esto salva vidas. Se entendió que no era una medida para fastidiar, sino una cuestión de protección. Con el sexo seguro debería ser exactamente lo mismo.
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Visto así, resulta realmente sexy querer tener sexo con protección. Te proteges a ti, a tu pareja y a los que vendrán, porque habrás dado un paso hacia la normalización del sexo protegido. Y este es el sexo que queremos.
La estigmatización y el VIH forman un círculo vicioso que hay que romper. ¿Te animas a romperlo con nosotrxs?
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La estigmatización y el VIH forman un círculo vicioso que hay que romper. ¿Te animas a romperlo con nosotrxs?
En el mundo hay 38 millones de personas que tienen el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) o que padecen la enfermedad causada por este virus, el SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida). El número de nuevas infecciones por VIH ha bajado un 23% desde 2010, y las personas con VIH disponen de un tratamiento antirretroviral que hace que el riesgo de transmisión sea muy bajo o incluso nulo. Estos dos grandes hitos de los últimos años parece que no han conseguido terminar con todos los mitos y estigmas entorno al VIH. A continuación, te contamos los puntos clave para que la próxima vez que escuches un bulo sobre el VIH lo puedas desmentir al instante.
¿Tener el VIH es lo mismo que tener el SIDA?
Uno de los errores más comunes es utilizar VIH y SIDA como si fueran sinónimos. Nada más lejos de la realidad. El VIH es el virus (o mejor dicho, retrovirus). En cambio, el SIDA es la enfermedad causada por el VIH (cuando tu cuerpo se queda sin defensas). Por tanto, puedes tener el VIH, estar bajo tratamiento antirretroviral y no tener SIDA.
¿Cómo se transmite el VIH?
El VIH se puede transmitir por la sangre, mediante el sexo sin protección y por intercambio de fluidos genitales o durante el embarazo, parto o lactancia.
Se puede convivir perfectamente con una persona con VIH, así como mantener relaciones sexuales seguras. El riesgo de infección por sangre es muy bajo, a no ser que compartas jeringas, agujas o tengas relaciones sexuales sin protección teniendo la menstruación. El VIH es un virus muy poco resistente a condiciones ambientales, es decir, solo sobrevive en el cuerpo humano.
En el sexo, si no se utiliza protección, el riesgo de transmitir y contraer el VIH es más elevado, como ocurre con cualquier otra infección de transmisión sexual. En primer lugar, conviene aclarar que besar en la boca, masturbarse mutuamente, acariciar, masajear o lamer el cuerpo no suponen ningún riesgo de infección de VIH. Donde hay más riesgo es en la penetración anal y vaginal, en el sexo oral y en la compartición de juguetes sexuales. Pero para eso están los preservativos y las barreras de látex (puedes cortar un preservativo si no la tienes a mano). Si usamos protección no hay ningún riesgo de contracción. Además, más adelante veremos las opciones que tenemos si hemos estado en una relación de riesgo o si tenemos una relación con una persona seropositiva (es decir, una persona con VIH).
Como cualquier otra ITS, se previene con protección
Los métodos de prevención del VIH más eficaces son el uso del preservativo para pene, el preservativo interno o la barrera de látex. No solo sirven para prevenir la transmisión del VIH, sino también para prevenir otras ITS y embarazos. También se recomienda utilizar lubricantes a base de agua o silicona, especialmente durante el sexo anal, porque reducen el riesgo de que se rompa el preservativo y de que se pueda producir una herida.
Aparte de eso, es fundamental hacerse las pruebas de detección de ITS de forma recurrente tanto tú como tus parejas sexuales. Si nos iniciamos en una relación sexual nueva, estamos en el derecho de preguntar si se han hecho las pruebas o cuánto hace que no se las hacen. Y, sobre todo, si no se han hecho las pruebas o los resultados son de hace tiempo, ¡ante todo, usad protección! Esto también se aplica si la persona con la que tenemos sexo tiene VIH y está con el tratamiento PEP o PrEP.
¿Cómo funciona el tratamiento frente al VIH?
El tratamiento frente al VIH es una combinación de fármacos que no solo impide la replicación del virus en el organismo, sino que también protege a tus parejas sexuales de una posible infección.
El objetivo de este tratamiento es conseguir una carga viral indetectable, lo que significa que el VIH está bajo control. Es decir, se busca que la cantidad del virus VIH en una gota de sangre sea tan baja que la prueba de detección del VIH no lo detecte. Si en tu cuerpo hay una cantidad muy pequeña del VIH, este no podrá atacar ni debilitar tu sistema inmunitario, y es menos probable que padezcas enfermedades o infecciones. Además, y esto es muy importante, una carga viral indetectable reduce enormemente el riesgo de transmisión del VIH.
Cuando la carga viral es indetectable el VIH es intransmisible. No obstante, esto depende de tres condiciones muy importantes: que el tratamiento antirretroviral se tome cada día, que se mantenga la carga viral indetectable como mínimo durante seis meses y que se tome el tratamiento todos los días como ha sido prescrito. Seguir correctamente el tratamiento es esencial para que sea efectivo (si se te olvida tomar la medicación una vez no pasa nada, pero dejar de tomarla durante 2 o 3 días puede bastar para que la carga alcance niveles detectables). Si se cumplen esas tres directrices, el riesgo de transmisión sexual del VIH se reduce a cero.
Ah, y otra cosa que tiene que quedar muy clara: tener VIH y ser indetectable no quiere decir que ya no debas protegerte. Puedes volver a contraer VIH, otras ITS o un embarazo no deseado.
He tenido una relación de riesgo de contraer el VIH. ¿Qué hago?
La profilaxis post exposición (PEP) es un medicamento de emergencia que puede prevenir la infección por el VIH si se comienza a tomar cuanto antes (dentro de las 36 horas posteriores a la posible exposición al VIH y no más de 72 horas después). Se tiene que tomar según lo hayan recetado durante 28 días y se hacen tres pruebas: al inicio y al final del tratamiento, al final del tratamiento y dos meses después de haberlo terminado. Este medicamento no interfiere con el tratamiento hormonal de personas trans, con métodos anticonceptivos ni con la pastilla del día después.
¿Y si mi pareja tiene el VIH?
La profilaxis preexposición (o PrEP) es un medicamento para las personas que no tienen el VIH y que tienen un riesgo muy alto de contraerlo a través de relaciones sexuales. Se recomienda que las personas seronegativas que estén en una relación sexual o quieran tener hijxs con una persona VIH positiva tomen PrEP. Los estudios han demostrado que la PrEP reduce el riesgo de contraer el VIH en las relaciones sexuales en aproximadamente un 99% cuando se toma diariamente.
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Conocer la información real sobre este virus es la manera más directa de ayudar a romper mitos y parar la transmisión del VIH. Esto es muy importante, porque hay una relación cíclica entre la estigmatización y el VIH. La gente que es discriminada y marginada es más vulnerable a contraer VIH, y aquellas personas que viven con VIH son más susceptibles de ser estigmatizadas y discriminadas. Así pues, si has llegado hasta aquí, has puesto tu granito de arena para romper este círculo vicioso.
Por qué tu pene merece el mismo cuidado que el resto de tu cuerpo
Como cualquier otra parte de tu cuerpo, el pene t...
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Por qué tu pene merece el mismo cuidado que el resto de tu cuerpo
Como cualquier otra parte de tu cuerpo, el pene también tiene derecho a recibir cuidados especiales a diario, y no solo cuando sabes que va a salir de paseo.
¿Por qué no le das a tu pene el protagonismo que se merece en tu rutina diaria?
Te dejamos 9 consejos esenciales para los cuidados del pene:
¡Mírate!
Lo primero de todo es conocer bien tu pene. Obsérvalo, explóralo y pálpalo regularmente. Aunque suene a obviedad, es la única manera de conocerlo como la palma de tu mano y ver si hay cambios en la forma, coloración, textura o tamaño, entre otras cosas.
La autoexploración es tu mejor arma para que puedas prevenir lo antes posible cualquier infección o enfermedad, como el cáncer testicular.
En caso de que tengas cualquier duda, acude a tu centro de salud y no te fíes de lo que puedas encontrar por internet.
La limpieza diaria definitiva
Incorporando estos 5 pasos en tu rutina diaria, tu pene será el más limpio y reluciente que hayas visto nunca, y así evitarás la acumulación de suciedad y aparición de secreciones:
Lávalo solo con agua, pero si quieres usar jabón, que sea de pH neutro para respetar el pH de esta zona.
Empieza limpiando suavemente el glande y el prepucio. Desplaza hacia atrás el prepucio y frota esta zona con cuidado para eliminar el resto de secreciones.
Sigue limpiando el tronco y el vello de la parte superior. Después dirígete al escroto y limpia esta zona con delicadeza.
No olvides limpiar el área del perineo y el ano. Déjala para el final porque es la zona con más bacterias. Después de limpiar esta zona, limpia bien tu mano o la esponja que hayas utilizado.
Aclara todo con abundante agua y no olvides secar bien tus genitales.
Limpieza antes y después
Lo erótico empieza por el cuidado de tu cuerpo y la atención a la higiene personal y sexual.
La higiene diaria es muy importante, pero la sexual casi que más. Solo tienes que acostumbrarte a dedicarle unos instantes clean a este momento pasional: porque pequeños actos como lavarte las manos, la boca, los dientes y tus partes íntimas (antes y después del acto sexual) pueden evitarte muchas infecciones a ti y a tu/s pareja/s sexual/es.
Para evitar infecciones, orina después de cualquier relación sexual. Te ayudará a eliminar esas bacterias adquiridas durante el acto sexual.
Corte de pelo púbico
El eterno debate, ¿pelos sí o pelos no? El vello púbico está ahí por una razón muy simple: proteger tus genitales. Y en ningún caso es sinónimo de suciedad.
Tú decides cómo te gustan más tus genitales, si naturales, recortados o depilados. Si escoges esta última opción, mira bien que no quede ninguna impureza que pueda irritar tu piel.
El outfit perfecto
Reutilizar la misma ropa interior 4 días seguidos con el truco de “por delante, por detrás y al revés” no es la mejor de las opciones. Por tu propio bien (y el de la gente que te rodea), ponte calzoncillos limpios a diario.
Para que tu pene sea feliz déjale espacio para que transpire dando preferencia a ropa ancha, a no ser que practiques algún deporte, entonces la sujeción es primordial.
Dale placer
Te recomendamos que de vez en cuando te autorregales una buena sesión de masturbación. Es una actividad buenísima para tu salud:
Baja la tensión arterial.
Fortalece tu sistema inmunológico.
Reduce el estrés.
Te ayuda a conocerte mejor.
Relaja.
Ayuda a dormir.
Aumenta tu capacidad de llegar al orgasmo.
Aumenta tu buen humor.
Oxigena tus tejidos.
Puedes hacerlo a solas, en compañía, con tus manos o las de tu pareja sexual, pero también pueden entrar en juego los juguetes sexuales.
Para que se mueva como pez en el agua
El uso de lubricantes es una manera sencilla de incrementar tu placer y evitar irritaciones en esa piel tan sensible que recubre tu pene.
Experimenta con lubricantes de todo tipo en tu práctica sexual, tanto si juegas a solas como en compañía (¡los juguetes también cuentan!). Consejo: si usas juguetes de silicona utiliza siempre lubricantes a base de agua, como nuestro lubricante neutro, para no dañarlos.
El tamaño sí importa
Toda práctica conlleva riesgos de coger o transmitir alguna infección de transmisión sexual. Limita esos peligros y mantén relaciones seguras y excitantes con preservativo.
Y no valen excusas tipo: “Es que el preservativo es muy incómodo y no se adapta bien a mi pene”.
Hay marcas de preservativos como MySize que te permiten un confort extra al poder escoger tu talla ideal.
Test, test y más test
El último paso y uno de los más importantes. Las infecciones de transmisión sexual (ITS) son un problema importante de salud pública tanto por su magnitud como por sus complicaciones y secuelas si no se realiza un diagnóstico y tratamiento precoces.
Asegúrate de que tienes un pene sano: hazte tests. Si lo haces de manera regular podrás detectar lo antes posible si tienes una ITS.
Puedes preguntar en tu centro de salud habitual o ir a un centro especializado en atención sexual.
Una cosa tiene que quedarnos clara después de estos consejos sobre los cuidados del pene: una actitud responsable e higiénica que cuida las partes íntimas is the new sexy. ¡Que corra la voz!
Primer premio - Concurso Relatos Eróticos
Autorx: Ana de Castro Esteban
Amanezco con tambores en la cabeza y una s...
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Primer premio - Concurso Relatos Eróticos
Autorx: Ana de Castro Esteban
Amanezco con tambores en la cabeza y una sed excesiva. Tengo un hambre casi lasciva de comida italiana y solo llevo puestas las bragas, esas de la suerte que me pongo los sábados importantes. Noto como mi corazón sigue bailando rápido, aunque ya no hay música. Me incorporo y observo en mi espejo como el rímel ha hecho afluentes negros en mis mejillas, dignos de la portada de un disco de los Sex Pistols. Veo que mi pelo cae sobre mis hombros desnudos cubriéndome casi los pezones y, de nuevo, ahí están los tambores, que ahora se acompañan de un pequeño mareo ortostático y sonidos de estómago vacío. El cuadro de Mia de Pulp Fiction me mira de forma obscena desde la pared, con la pajita del batido metida en la boca, imagino que jugando con la lengua y absorbiendo lentamente.
Yo también la miro, ella me vio llegar a casa de madrugada, con los zapatos en la mano, el sujetador en el bolso y el pintalabios desgastado de chupar como ella. Revivo imágenes del baile desbocado con mis amigas, de lo que me reí haciendo el pino en la pared mugrienta y llena de chicles de la sala de la discoteca. Recuerdo el sabor del ron y lo que disfrutaba masticando los hielos de la copa hasta que el frío me erizaba la piel de forma incluso erótica. Rememoro el momento en el que empezó el juego de miradas con el moreno de la barra, y cuando acabé empotrada contra la pared del baño entre gemidos.
Teníamos ganas de comernos el mundo y habíamos empezado por nosotros mismos. Los dientes querían dejar huella en la historia, querían ser protagonistas por una vez, escondiendo la lengua, ya que sabíamos que podía ser traicionera. Sus labios viajaban por mi cuello y el olor de su colonia me hacía arquear la espalda. Las risas eran la banda sonora, parecían tan inocentes que ambos dejamos pasar las promesas implícitas que en ellas había.
Las manos no eran protagonistas, observaban el espectáculo en segundo plano hasta que la envidia les invitó a unirse. La respiración marcaba el ritmo como música de fondo y sus largas pestañas observaban exhaustas el movimiento hipnótico de mis caderas. Aún noto su lengua paciente en la parte interna de mis muslos y la impaciencia con la que yo le guie el camino agarrándole la cabeza. Mi mente desgobernada obvió el porqué tenía antojo de esos ojos marrón-verdoso y por qué le resultó tan natural probar su éxtasis. La percusión volvió a mi cerebro y me tumbé de nuevo en la cama. Me tapé con la sábana hasta el cuello y deslicé mi mano por mi vientre caliente. Mi mente decidió centrarse en el tacto de sus nalgas duras y sus brazos en tensión mientras me levantaba. Mis dedos tocaban el piano mientras mis ojos miraban hacia el techo vacío.
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Poco a poco, acordándome de cómo rozaba con ansia su lengua contra mi piel y como me lamía con dulzura felina los labios, mis párpados se cerraron y disfruté de mi húmeda felicidad en soledad. Porque al fin y al cabo era domingo y, ¿hay algo mejor que empezar un domingo bebiendo un litro de agua en la cama después de un orgasmo de resaca? Bueno, sí, unos macarrones con queso.
Segundo premio - Concurso Relatos Eróticos
Autorx: Jennifer Castro Tamargo
Llevaba meses haciendo aquel recorrido...
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Segundo premio - Concurso Relatos Eróticos
Autorx: Jennifer Castro Tamargo
Llevaba meses haciendo aquel recorrido, siempre el mismo y a la misma hora, siempre sola. En algunas ocasiones había llegado a plantearse la posibilidad de que aquello fuese peligroso para ella, quizás una persona mal intencionada, un clic en una cabeza arrebatada por la ansiedad o el dolor podrían convertirse en el detonante hacia la locura en una mente sana; sin embargo, le gustaba aquel camino entre penumbras, al atardecer, tras horas de reclusión dentro de la oficina y, más aún, la sensación de ocultar aquel recóndito sendero que nadie más parecía usar, incluso a sus familiares o amistades, como un templo a su soledad. El aire húmedo y cálido de un otoño casi estival y el silencio casi sagrado de la naturaleza mientras sus pasos se adentraban en el sendero que serpenteaba colina abajo, junto al mar, hasta llegar a su pueblo, convertían aquella deliciosa media hora en el momento más suyo, en el anhelo que le perseguía mientras tecleaba en su ordenador de sobremesa un nuevo informe insustancial, deseando que las horas pasasen rápido para perderse entre la maleza.
Aquella tarde salió del trabajo con una sensación de derrota. Todo cuanto podía salir mal, había salido peor. Le dolía la cabeza y aquello le hizo ralentizar sus pasos, meditabunda se balanceaba de un lado al otro del sendero, escuchando las olas que rompían con fuerza contra las rocas en los acantilados invisibles, ocultos por la maleza. Fue aquel sopor el que le impidió ver la silueta que se aproximaba. Le rozó justo antes de apartarse, su olor penetró en ella, haciendo que el caro perfume que cubría la ropa deportiva de aquel desconocido se deslizase hasta su interior. Levantó la vista y clavó la mirada en sus ojos color miel. Él le sonrió y continuó ascendiendo el sendero que ella descendía, alejándose en direcciones opuestas. Llevaba una camiseta de tirantes negra, que dejaba al descubierto unos brazos fuertes, unidos a una espalda bien contorneada. Un pantalón deportivo negro, de Nike, mostraba unas piernas esbeltas que se ascendían a paso firme el sinuoso camino.
Aquella noche soñó con él, fue la primera de muchas, pero fue especialmente significativa por la sensación de realidad que la embargó al despertar, sudorosa y excitada, aún jadeante, con la fiel convicción de que aquellas manos que aún se le antojaban desconocidas, habían hecho de su cuerpo un templo de placer. Sintió cada caricia como si fuese verdadera y cuando se adentró en su interior suavemente con sus dedos humedecidos el éxtasis la hizo volver a la realidad despertando sobresaltada.
Se sintió estúpida excitándose en el trabajo al recordar aquel momento y la posibilidad de que aquel encuentro fortuito con aquel completo desconocido pudiese repetirse. Salió acelerada al encuentro en cuanto el reloj marcó el horario de salida; sin embargo, él no apareció. Le esperó rezongando su paso hasta que la luz se fue por completo y necesitó de la linterna de su móvil para regresar a casa, frustrada y compungida, sintiéndose boba por haber fantaseado con una irrealidad.
No fue hasta una semana después cuando el inesperado encuentro se repitió. De nuevo su cuerpo sudado y atlético, una sonrisa agradable y unos ojos del color de la miel. Se le erizó la piel cuando él la rozó, intentando esquivarla, en un sendero estrecho en el que a penas había cabida para una persona. Aquella noche jugó a sentirse amada por aquel hombre que despertaba en ella el más ardiente deseo. Cerró los ojos y se entregó al placer mientras recordaba aquel primer sueño que la humedecía.
Pasaron varios días, en los que no hubo rastro del desconocido; a pesar de ello, cada tarde ella descendía el sendero esperanzada, alimentando la imaginación de los muchos pensamientos que había empezado a generar su mente al respecto de aquel cuerpo sudoroso, aquella sonrisa ladeada y aquellas manos grandes y morenas que había conocido en sueños y esperaba sentir algún día en la realidad. La ultima tarde antes de las vacaciones navideñas hubo una pequeña fiesta en la oficina. Algo de cava, unos cuentos polvorones y mazapanes, abrazos, besos y derroches de buenos deseos para el año que estaba por llegar. Salió muy tarde, la oscuridad ya reinante y el exceso de cava le hicieron dudar. Tomar aquel camino sin la luz adecuada podría hacerle partirse un tobillo. Dudó, pero la sensación casi sexual que le producía descender el sendero sintiendo que aquel era el escenario de sus muchos sueños eróticos la hacía llegar a casa completamente excitada y dispuesta a entregarse a unos minutos de placer personal. El alcohol burbujeando aún en su nariz le hizo pensar que quizás pudiese aprovechar la soledad y la oscuridad de aquel sendero para recrear su fantasía en directo. Llevaba un juguete dentro del bolso, lo había llevado a la oficina para enseñárselo a Maite, y darle consejo al respecto.
Se lanzó por el camino presurosa, aprovechando la luz de la pantalla de su teléfono móvil, a paso raudo. Tenía muy claro dónde quería hacerlo, en el pequeño claro que se habría a la derecha de una de las curvas del sendero, desde donde se veía el mar y las luces del faro. El escenario de todas sus fantasías con el desconocido.
Cuando llegó allí sólo tuvo que bajarse las medias y dejarse llevar. Cerró los ojos y aspiró el aroma del océano mientras dejaba que el succionador hiciese el resto. Jadeante dejó que el bolso cayese al suelo y después se extendió sobre la hierba.
Cuando abrió los ojos de nuevo, el desconocido se encontraba observándola, con total seriedad y la mirada muy fija sobre su cuerpo. La vergüenza y el rubor se apoderaron de su ser.
—Por favor, no pares —le pidió él.
Ella observó en su pantalón de deporte la erección que no dejaba lugar a dudas. Le miró contrariada, pero aquellas palabras la habían excitado aún más. Continuó, mientras él se arrodillaba entre sus piernas y retiraba delicadamente las botas y las medias, dejándola completamente al descubierto. Comenzó a acariciar su piel, tal y como ella había soñado, comenzando desde sus tobillos, ascendiendo por sus rodillas hasta sus muslos y de ahí hacia su clítoris. Lo acarició suavemente haciendo pequeñas circunferencias mientras introducía otro dedo en su interior, dejando que la humedad lubricase sus movimientos.
—¿Te gusta? —le preguntó situándose muy cerca de su oído.
Ella sólo pudo gemir. El placer se había apoderado de ella.
El desconocido le desabrochó la camisa, abriéndola de par en par y liberó sus pechos pequeños y blancos, besándolos con candor. Dejó que su lengua jugase con sus pezones mientras la observaba de soslayo arquearse bajo las sensaciones más excitantes que jamás hubiese sentido. Descendió por su ombligo y, finalmente, introdujo su lengua, cálida y suave, entre sus piernas. La delicadeza de sus movimientos la hizo llegar al orgasmo más intenso que jamás hubiese sentido, aullando bajo una gran luna llena que brillaba sobre el mar.
Cuando abrió los ojos recompuesta, él la observaba, tendido junto a ella, sobre la hierba mojada por el frío invernal. Le sonreía mientras jadeaba excitado.
—Quiero que la próxima vez sea yo el socorrido —le dijo mientras cerraba un ojo en señal de complicidad.
...
Ella negó con la cabeza ante la sorpresa de él, descendiendo hasta su pantalón de deporte y descubriendo su miembro anhelante de contacto. Lo lamió con suavidad y después dejó que este descendiese por su garganta en un compás de lentos y suaves movimientos que hacían que las caderas del desconocido sintiesen espasmos de placer. Él le acariciaba el pelo y el rostro mientras la observaba entusiasmado, sonriendo y gimiendo al mismo tiempo, hasta que todo terminó con una serie de espasmos de satisfacción.
Ambos se levantaron después de unos minutos de silencio.
—¿Vendrás la próxima semana? —le preguntó él con una pícara sonrisa.
—Vengo todas las tardes —le dijo ella, y comenzó a descender el sendero sintiendo que los sueños, en ocasiones, se hacen realidad.