Escuchar sus vivencias puede ser el primer paso para apoyar al colectivo LGTBIQ+

Nuestro mundo está construido por un puzle de distintas realidades que van encajando. Cada persona vive en su burbuja, y a veces nos cuesta darnos cuenta de que existen otras realidades.

Observar, escuchar activamente y empatizar pueden ser las mejores herramientas que tenemos para poder entender que un acto tan sencillo como darse la mano por la calle sigue siendo un problema para parejas del colectivo LGTBIQ+.

La homofobia, la lesbofobia, la bifobia y la transfobia (discriminación hacia las personas que forman parte del colectivo) siguen latentes en nuestra sociedad.

Experiencias que aún se repiten

La primera pregunta que hicimos quisimos hacer es si podrían compartir una experiencia que hubieran vivido como negativa por ser parte del colectivo LGTBIQ+:

“Mi madre llamó a dos psicólogos para que me dijeran que ser bisexual es de inmadura. A día de hoy dice que a mi novia se la ve venir y que le da vergüenza”. Marta, ella, bisexual, 24 años, Sevilla.

“Al ser bisexual, nunca se ha respetado ni que esté con hombres ni que esté con mujeres. Siempre se me ha catalogado como heterosexual o lesbiana, negando así la existencia de la bisexualidad”. Desirèe, ella, bisexual, 24 años, Madrid.

“Más bien lo mantengo oculto y solo saco mi preferencia cuando me siento en un entorno de confianza. Si no prefiero no decir lo que soy o lo que pienso. No sé si es una amenaza o es mantener mi privacidad. Yo creo que inconscientemente tengo un miedo a ser rechazado ya que durante muchos años lo he mantenido como secreto. Seguramente estar en entornos poco tolerantes (trabajo y familia) me han hecho no abrirme lo suficiente”. Pablo, él, homosexual, 44 años, Barcelona.

“Soy lesbiana y muy ‘femenina’ y siempre me dicen: no pareces lesbiana. Eso es porque no has estado con un hombre de verdad”. Alice, ella, homosexual, 23 años, Badajoz.

3 formas de apoyar al colectivo LGTBIQ+

Sentir que estás constantemente “saliendo del armario”

Uno de los sentimientos que se tiene desde la comunidad LGTBIQ+ es estar siempre “saliendo del armario”, y tener que dar explicaciones por la orientación sexual:

“Cuando descubrí mi sexualidad no sabía qué era el LGBTIQ, de hecho, para mí es una nomenclatura más. No me avergonzaba porque no sabía qué era. Después cuando maduré y me hice adulto me molestaba la etiqueta ‘gay’ sentía que eso me perjudicaba de alguna manera y prefería reconocerme como ‘homosexual’ (aunque es lo mismo, no me gustaba el término por la connotación a un colectivo con el que no me identificaba). Al día de hoy me siento cómodo y me he dado cuenta que hay cabida para todos y lo maravilloso de formar parte de este colectivo es reconocer la diversidad y respetar como sea cada uno. Cosa que aplico más allá del colectivo al que pertenezco”. Pablo, él, homosexual, 44 años, Barcelona.

“Muchas veces me han preguntado, ¿y por qué eres bisexual? ¿Por qué eres no binarie? Y siempre me siento obligade a justificar mi existencia como si no fuese válide. No necesitamos que alguien nos entienda para poder vivir en libertad, tan solo pedimos respeto, y estar justificando tu existencia continuamente es muy agotador tanto físicamente como mentalmente y muchas veces ya paso de responder, porque no es mi obligación explicarles el porqué”. Salmón, elle, bisexual, 18 años, Barcelona.

“En la sociedad se da por hecho la heterosexualidad. Siempre tengo que recordar que no tengo novio, pero también que no tengo novia. Es un poco agotador. Las personas de mi entorno consideran una relación sexual “completa” como la penetración. Incluso yo lo consideraba así en algún momento. Realmente si lo piensas un poco ya tú solo eres capaz de deshacerte de esa idea. También es algo que tengo que recordar”. Carolina, bisexual, 22 años, Santiago de Compostela.

“Creo que es necesario que haya más psicólogues que entiendan la problemática LGBT, pero no solo tolerarlas, sino entenderlas, abrazarlas y que no hagan menos sus experiencias”. Mar, ella, bisexual, 19 años, México.

“Dentro del colectivo, también es importante recordar que cada persona tiene sus tiempos. Que no para todo el mundo es igual la ‘salida del armario’ y, como en todo, hay que respetar los tiempos de las personas”. Carolina, bisexual, 22 años, Santiago de Compostela.

Experiencias positivas

Casi todas las personas que contestaron al cuestionario remarcan la importancia del apoyo, la aceptación y sentirse libre con sus amistades, familiares o en círculos de confianza:

“Después de escribir en Twitter cómo descubrí que la bisexualidad no era sinónimo de promiscuidad o algo que estuviera mal dentro de mí, recibí mucho apoyo de organizaciones por dar visibilidad y por pedir que se impartieran clases reales de educación sexual en los institutos (y no de esas que vas te dan un condón y un palo y después de ponérselo al palo ya estás educada)”. Avi, ella, bisexual, 32 años, Lugo.

“Le dije a mi padre que me gustaban las chicas y él solo dijo ‘A mí también’ y me abrazó”. Lía, ella, bisexual, 17 años, España.

“Mi mayor experiencia fue cuando le compartí a mi abuela sobre quien soy y su reacción fue tan increíble que me dio alegría de vivir”. #IAMANDRO, he/them, homosexual, 31 años, Barcelona.


Esperamos que en un futuro cercano ya no tengamos que celebrar ningún día internacional contra la homofobia, lesbofobia, bifobia y transfobia y que cada persona pueda vivir su sexualidad sin tener que dar ninguna explicación.