Los pies pueden ser una herramienta más para dar placer

Ha llegado el momento de mirar cara a cara a uno de los fetiches más populares que quizás aún no te has lanzado a probar: el fetiche de pies. Sí, sí, no pongas esa cara. Con esta parte del cuerpo descubrirás otro tipo de placer.

Solo tienes que aprender a superar las barreras que te impiden disfrutar de él y saber cómo jugar con esta parte del cuerpo. Pero... ¿por qué? ¿Por dónde empiezo? No te preocupes, estamos aquí para contártelo todo, con pelos y señales.

Qué es exactamente el fetichismo de pies

El fetichismo de pies consiste en sentir deseo sexual y excitación a través de la estimulación de los pies.

¡Tranqui, no es ningún trastorno! Solo se consideraría como tal si fuera la única manera de excitarte y también si esto afectara negativamente a tu día a día.

Pero... ¿qué ve tanta gente en los pies? ¿Por qué son excitantes? Para empezar, son una de las partes del cuerpo más sensibles ya que reúnen ¡hasta 7.000 terminaciones nerviosas! Si el clítoris tiene 10.000 y nos regala increíbles momentos de placer... ¡imagínate!

Cómo dar placer con los pies

Higiene ante todo

Está claro que una de las principales barreras aquí es que a veces los pies tienen algún callo que otro y no es que huelan a flores precisamente.

Quizás no es la zona más bonita del cuerpo, pero no es tan difícil mantenerlos limpios y cuidados. Así que, para invitarlos a jugar, lo primero es lo primero: ten una buena higiene, cuídate las uñas, lima los callos...

Si te da pereza, simplemente hazlo después de la ducha. Fácil, ¿no?

Masajes y lametones en los pies

El masaje es la mejor manera de empezar. Es perfecto para tener una primera toma de contacto con la zona, para ir familiarizándote y hacer que la persona que lo reciba empiece a relajarse.

Además de usar aceite para masajes o lubricante a base de agua para estimular con más facilidad toda la zona, puedes inmovilizar a tu compi de juegos con esposas para que no pueda moverse y así consigues darle un punto más erótico al tema.

Para atreverte con los lametones, puedes utilizar nata o chocolate, o si quieres perfeccionarlo aún más usa un aceite para masajes comestible con el que te apetezca mucho más lanzarte a dar lametazos, como el aceite afrodisíaco.

Masaje en la espalda (con los pies, obviamente)

Los pies no están solo para andar, dales uso o, al menos, inténtalo. Después del masaje en los pies, embadurna los tuyos con el aceite para masajes y lánzate a jugar.

Aunque tengas menos movilidad y agilidad que con tus manos, puedes hacer movimientos circulares con la planta de tus pies en su espalda y jugar con los talones, lo que le dará una profundidad distinta que le resultará muy placentera.

¡Psst! Tienes las manos libres, ¡no las desaproveches! Hacer un masaje en la espalda con los pies tiene una ventaja enorme: puedes brindarle doble estimulación. Sigue con el masaje en la espalda y usa un plug anal como Mi, que hará que se le pongan los ojos en blanco, pero de placer, claro.

Ahora pasa a los genitales

Hazlo con ganas, pero ve con cuidado. Masajear la espalda no es lo mismo que hacerlo en los genitales, ¡son mucho más sensibles! Pero no por ello debes tenerle miedo.

También se puede estimular el glande con la planta o los dedos del pie en círculos. Y si te atreves a probarlo, puede resultar morboso que tu pareja eyacule encima de tus pies. ¡Todo es probar!

Pero no olvides el lubricante y ten muchísimo cuidado al acariciar el capuchón del clítoris. Al igual que el pene, se trata de una zona muy sensible y se debe tener mucho control de la fuerza con la que se acaricia.


¿Ves? No hay nada de malo en probar nuevas maneras de excitarse y tal vez descubráis que os gusta más de lo que esperabais… ¡Lo importante es que tengáis ganas de experimentar cosas nuevas y pasarlo bien!